El Tribunal de Menores de L’Aquila (Italia) ordenó verificar el estado psíquico de los padres de la llamada «familia del bosque», que vivía aislada en una zona rural de la región de Los Abruzos y confirmó que sus tres hijos permanecerán en una casa de acogida mientras avanza la investigación.

La decisión figura en una orden judicial difundida este martes por medios italianos, que dispone una pericia psico-diagnóstica sobre los progenitores, Nathan Trevallion y Catherine Birmingham, así como sobre los menores, para evaluar las capacidades parentales y el estado de desarrollo de los niños.
Los jueces designaron a la psiquiatra Simoni Ceccoli para elaborar el informe pericial, que deberá entregarse en un plazo de 120 días, mientras que los servicios sociales deberán presentar antes del 30 de enero una actualización sobre las medidas adoptadas y la evolución de la situación familiar.
El tribunal confirmó además que los niños, de entre 6 y 8 años, seguirán en una casa de acogida de la localidad de Vasto, donde fueron trasladados el pasado 20 de noviembre tras la suspensión temporal de la responsabilidad parental de sus padres.
Crecen las protestas contra el Tribunal
La orden llega después de que el Tribunal de Apelación rechazara el recurso de la pareja contra la retirada de los menores, al apreciar indicios de «privación de socialización» y de «falta de cuidados», así como posibles riesgos para su bienestar físico y psicológico.
El vicepresidente del Gobierno italiano y líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini, criticó la decisión judicial y calificó el caso de «vergüenza sin fin», al afirmar que debería «verificarse el estado psíquico de otros» y no el de unos padres que, a su juicio, «han amado y cuidado a sus hijos durante años», en un mensaje publicado en la red social X.
El asunto ha desatado un acalorado debate entre partidarios y detractores del estilo de vida de la familia anglo australiana que, hace años, se mudó a vivir a un bosque en Abruzzo, lejos de la ciudad.
«Queríamos una vida diferente para nuestros hijos y decidimos vivir en el bosque. Queremos vivir aquí, con nuestros hijos y nuestros animales», se han defendido siempre los padres. Para sus hijos, una niña de ocho años y gemelos de seis (un niño y una niña), han optado por la educación en casa con una profesora particular de Molise.
Catherine Birmingham es una australiana ex instructora de equitación, que proviene de una millonaria familia. Su esposo, Nathan Trevaillon, es un inglés ex chef, que ganaba mucho dinero en su país.
Son una familia feliz.
Una familia feliz
En todas partes, en periódicos, redes sociales y televisión, se habla de esta familia que se mudó al bosque buscando un lugar apartado para vivir en contacto con la naturaleza, lejos de la tecnología y las comodidades. El 90% de la gente que opina en línea está a favor de la familia.
Ellos viven en una casa de piedra (comprada por el matrimonio), sin agua corriente, gas, baño propio ni electricidad. Un panel fotovoltaico les proporciona la poca luz que necesitan para cargar sus móviles en caso de emergencia. Comen casi exclusivamente lo que les ofrece la tierra. Son una familia feliz. Los que los conocen los describen como una familia unida y tranquila. Su presupuesto mensual para comida y gasolina no supera los 300 euros.
¿Cómo se mantienen? Sin ayudas del gobierno (ni tampoco las quieren). Catherine obtiene algunos ingresos de su trabajo como consultora en bienestar físico y mental, y de las rentas de los bienes familiares que aún conserva en Australia. Nathan se encarga del huerto y provee de alimentos para su familia, además de realizar pequeñas artesanías.
Sus tres hijos permanecerán en una casa de acogida mientras avanza la investigación.
Tienen varios animales: un perro, un gato, un ganso, un pato, un caballo que Catherine tiene desde pequeña y que se hizo traer desde Australia. El caballo acaba de cumplir 28 años y ahora trajeron un burrito para que le haga compañía.
En la red se siguen sumando firmas a favor de la familia.En la red se siguen sumando firmas a favor de la familia.
El matrimonio se casó hace 9 años y tienen tres hijos: una niña de 8 años y dos gemelos de 6. Los niños son educados educados en casa. «No queremos mandarlos a la escuela. Queremos que crezcan aquí, en contacto con la naturaleza. Aprenden de los libros que tenemos en casa (inglés, italiano y matemáticas), pero sobre todo viéndonos trabajar en el jardín, hornear pan, cocinar», explica Nathan. «Es una forma diferente de adquirir conocimientos. No solo estudiando de un libro».
Marika Bolognese, la tutora especial de los tres hermanos, designada por el estado, en el informe solicitado por el tribunal, elogió el «estilo de vida inspirado en principios alternativos, independiente de las convenciones sociales».
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